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La demonización de las grasas. Parte 2.

LA DEMONIZACIÓN DE LAS GRASAS

Desde hace mucho tiempo y hasta nuestros días, oír hablar de grasa no suele conllevar nada bueno. “Esto tiene demasiada grasa”, “las grasas engordan”, “quiero perder grasa”,… ¿Por qué hemos llegado a esta situación? - Prácticamente ya en los años 50 los nutricionistas y médicos de la época comenzaron a recomendar dietas bajas en grasas debido a que algunos estudios de entonces relacionaban las grasas con problemas coronarios y cardiovasculares. Es en este momento donde la industria se puso en marcha y comenzó a sacar productos de todo tipo: sin materia grasa, 0%, light, etc. Como la idea de que comer grasa era igual a estar gordo, nadie se planteaba cuestionar nada. Todos a consumir. Pero surgió un problema, al quitar las grasas de los alimentos el sabor no era ni parecido, ¿Cuál fue la solución de las industrias? ¡AZÚCAR, MUUUUUCHO AZÚCAR! Los resultados no tengo que comentarlos, ¿verdad? (a modo de ejemplo y siguiendo un comentario del especialista en nutrición deportiva Sergio Espinar, “2 biofrutas tienen la misma cantidad de azúcar que 3 kinder bueno”. Ahí es nada. Denle, denle a sus hijos “zumos”). Hoy en día ya tenemos estudios (evidentemente cuando hablo de estudios me refiero con evidencia científica y debidamente protocolizados) donde se analizó aquel resultado de los años 50 y se ha determinado (aquí va la sorpresa del día para muchos) NO HAY RELACIÓN DIRECTA ENTRE EL CONSUMO DE GRASA Y EL NIVEL DEL COLESTEROL Y, POR ELLO, HAY OTROS FACTORES QUE DETERMINAN PROBLEMAS CARDIACOS (hablar de los beneficios del colesterol en nuestro organismo daría para un artículo más). Que sí, que los problemas cardiovasculares están matando a muchísimas personas y son un problema en el siglo XXI, pero que sencillamente las recomendaciones de muchos “profesionales” o “pseudo-profesionales” (porque, no nos engañemos, ya cualquiera se siente con la capacidad de poner dietas al compi de turno y, lo peor, el compi se lo toma como si fuese un padre nuestro. ¡Madre mía!) están favoreciendo esta cuestión, así de claro. - Comer grasa ayuda a coger grasa. Absolutamente erróneo. Uno de los problemas que tenemos todos hoy en día es que pobremente pensamos que el único combustible del cuerpo es la glucosa, haciéndonos comer 5/6 veces al día (no vayamos a desfallecer por la calle). La presencia tan elevada, descontrolada y continua de hidratos de carbono en nuestras comidas no hace sino más que aumentar la demanda de glucosa al poco tiempo (tras un pico de la hormona insulina se reproduce de nuevo la sensación de hambre) y, por tanto, favorecer la ganancia de peso gracias al consumo tan elevado de AZÚCAR. Esto básicamente es marketing. La industria del sector ya se ha encargado de financiar estudios y de hacernos ver (sistema sanitario incluido) la importancia de la glucosa. Nosotros a consumir, ellos a enriquecerse. A esto se le une el “americanismo” que sufrimos a diario, entiéndase, importamos todos aquellos hábitos tales como la comida rápida (no perteneciente a la “dieta mediterránea”), salsas en todo, comida con refrescos y, entre otras cosas y lo que más me entristece, los datos de actividad física de nuestra población es, a pesar de todo, demasiado bajo. Una cosa es hacer pesas 1 hora al día y otra muy distinta es actividad física relacionada con la salud. - Finalmente el último factor que ha llevado a demonizar las grasas es el simple hecho de que un gr. de grasa equivale a 9 Kcal. frente las 4 Kcal/g. de los hidratos de carbono y de las proteínas. No, no es tan simple como comer calorías y quemar más, hay que tener en cuenta otros muchos aspectos entre los que destacan el comportamiento hormonal con cada alimento. Con los hidratos de carbono (de los que tanto abusamos), especialmente los refinados, se producen picos de insulina, esta hormona segregada por el páncreas es la “encargada” de limpiar la glucosa de la sangre y almacenarla (a no ser que sea en situaciones de post entreno y/o llevando un control de dicha ingesta) en forma de triglicéridos (aumentando el tejido adiposo del cuerpo. ¡Y SIN COMER GRASAS!). Destacar también la importancia de la hormona leptina en el apetito (las grasas sacian mucho más que los hidratos de carbono, siendo una herramienta muy importante en las dietas contra esa sensación de hambre continua, tal y como se indica en el estudio de Schwartz et al., 2008) Por suerte cada vez hay más profesionales que saben de la importancia de esta y, no solo eso, comienzan a introducir mayores porcentajes de grasas en las dietas. Lo ideal sería entre un 25% y un 30% de la ingesta calórica total. También de la saturada, si, que tiene funciones muy importantes en el organismo y, una vez más, ya hay estudios que comienzan a ver que tampoco hay relación directa entre éstas y el colesterol (últimamente en el mundo del fitness se comienza a utilizar mucho el aceite de coco como grasa saturada, yo entre ellos, porque se sabe de los beneficios de la misma). En el siguiente artículo continuaremos hablando de las grasas y cómo podemos combatirla. De momento… ¡A comer GRASA, eso sí, como todo, CONTROLADO! José Ignacio García Ldo. en CC. Del deporte Master Ento. Personal Univ. Granada Certified Personal Trainer to National Strength and Conditioning Association (NSCA) Técnico en nutrición deportiva.
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